A día de hoy, el panorama mundial se presenta realmente sombrío.
Guerras y crisis humanitarias se desarrollan en varias partes del mundo, sin estar clara cuál es la mejor solución, ni las intenciónes de los que las llevan a cabo; la tragedia de Japón no cesa, y nos hace cuestionarnos otra vez temas esenciales para nuestro futuro como la energía nuclear; nuestros vecinos portugueses pasan por una situación complicada, y los demás no podemos sentirnos a salvo, cuando todas las predicciones coinciden en alargar este periodo de vacas flacas, más bien anémicas para muchas familias; el barómetro del CIS dibuja una ciudadanía pesimista, descreída, sin energías para empujar ningún fardo a través del túnel en el que se encuentra...Y podíamos seguir y seguir acordándonos de tantas cosas que no funcionan, ni bien, ni de ninguna manera.
...Y sin embargo, ajena a todo, la primavera se acaba de colar en nuestros balcones. Los árboles en las avenidas no saben de crisis, y renuevan su confianza en la vida. Nos viene a la mente una frase de la película "Y Johnny cogió su fusil", cuando una enfermera sensible mueve la cama del protagonista de un rincón oscuro al lado de una ventana por la que entra la claridad y calidez del buen tiempo:
"Puede que nos lo quiten todo, pero aunque ya no nos quede nada, siempre tendremos la luz del sol".
Primavera, bienvenida seas.
